Vivo en Valencia. Seguramente te habrás enterado de la tragedia que sucedió la semana pasada en mi zona. Yo estoy bien, gracias a Dios. Pero no pueden decir lo mismo muchas personas que viven en pueblos cercanos. Cuando estoy escribiendo esto, la cifra de muertos ha superado 200. Los daños materiales son enormes.
Ante esta situación, los profesores nos planteamos qué hacer con los alumnos a nuestro cargo. No hablo ahora mismo de los que han sufrido la fuerza de la naturaleza en primera persona. Esos seguramente necesitarán ayuda profesional, además de una dosis extra de cariño. Hablo de los que conocen personalmente a algunas víctimas, que se han enterado por redes sociales, o no saben nada, ya que no viven tan cerca, ni tampoco siguen las noticias.
Hoy en día, la opinión mayoritaria prefiere la sobreprotección de los menores. Oigo frecuentemente: “pobrecito, mejor que no se entere”; “eso es muy duro, le hará daño”; “vamos a distraerlo, para que no piense en ello”; o alguna expresión similar. No queremos que nuestros alumnos lo pasen mal, sufran, estén tristes, lo cuál es muy lógico. Tenemos buen corazón, afortunadamente, pero creo que nos hemos pasado de rosca.
La vida tiene momentos duros y tristes. Es una verdad ineludible. El dolor y el sufrimiento nos llegan, en mayor o menor medida. Por lo tanto, debemos preparar a nuestros estudiantes para que sepan superar esos obstáculos. Si sólo les protegemos, no les damos las armas para defenderse, no les entrenamos para la vida real. En mi opinión, esa es la razón de que las cifras de depresión y ansiedad se estén disparando entre los más jóvenes. No saben que hacer, porque siempre han procurado evitarles todo lo que no resulta placentero.
Resolverle la vida a tu hijo/alumno no es ayudarlo, es incapacitarlo
No hablo de instaurar un régimen militar, ni de ciertas prácticas dolorosas, ni tampoco de “la letra con sangre entra”. Hablo, por ejemplo, de hablarles de lo que ha sucedido en Valencia. De manera adaptada a su edad, tratar en clase lo que ha pasado, lo que han sufrido tantas personas, y de las pérdidas materiales que algunos padecen. No será necesario usar ciertas imágenes duras, sobre todo con los más pequeños. Pero sí trabajarlo en clase, para que aprendan de la experiencia.
También puede ser un buen momento para que se enteren de toda la ola de solidaridad que ha surgido, y de qué pueden hacer ellos para echar una mano.